Son muy pocas veces las que una franquicia nacida y apadrinada por la nipona Sony me han atraído, cautivado o intrigado con tanta fuerza.
Me reconozco un fan de Nintendo: desde la filosofía de trabajo de Miyamoto o Iwata, pasando por los tropiezos, aciertos y acciones que me hacen fruncir el ceño, son muy pocas las veces que un juego me hace buscar información extra cuando no está presente en alguna de las plataformas de la gran N.
Siempre hay excepciones, claro está. Microsoft con Gears of Wars, Forza o Age of Empires; títulos que pueden hacer que me olvide del fontanero por un buen rato. Y ni hablar de Capcom con su Monster Hunter, o EA con FIFA (sí, es mi placer culpable tratar de hacer que el Arsenal gane algo). Pero con Sony me pasa algo. De las mayores franquicias, sólo Gran Turismo me ha atraído lo suficiente como para pensar en adquirir una consola “numerada” aunque, lamentablemente, las entregas del estudio Polyphone Digital son pocas y a cuentagotas, por lo que mis deseos de jugar nunca han sido tantos como para justificar la inversión.
Esto cambió en el E3 2015, cuando se presentó el primer tráiler oficial de Horizon Zero Dawn (HZD). La primera presentación en sociedad del trabajo del estudio Guerrilla Games.
Guerrilla Games no es un desconocido en el mundo de los videojuegos, sobre todo si eres usuario de PlayStation. Los neerlandeses son famosos por su saga Killzone, la cual destacaba entre la cuantía de juegos en primera persona que inundaron la séptima generación de consolas por tener un aspecto gráfico que estaba adelantado a la competencia, así como también por el escándalo del E3 2005, donde se descubrió que uno de los juegos presentados no corría sobre la bestia de Sony si no que en un ordenador.
Pero lejos de ese “escándalo”, los de Amsterdam llevaban planeando años el cambio de género a otro que ganaba fuerza desde la salida del archiconocido hijo de Bethesda, The Elder Scrolls V: Skyrim.
Ya en el año 2011, existía una demo donde nuestro personaje utilizaba armamento militar estándar para hacer frente a dinosaurios hechos de bloques al más puro estilo Lego, mientras un talentoso equipo de escritores liderado por John Gonzalez (Fallout New Vegas, The Witcher 3) comenzaba a dar forma al mundo dónde aparecería una pequeña cazadora llamada Aloy.
Adelantamos un par de años y el juego recibe galardones por montones, aun habiendo salido en la misma época que Breath of the Wild (el cuál es en mi opinión, el juego que termina por separar lo que es un mundo abierto moderno del mundo abierto clásico). Pero no nos adelantemos.
Horizon Zero Dawn tenía algo que me cautivó desde el primer momento: Dinosaurios Robots.
Es realmente sorprendente que sean tan pocos los estudios que mezclan robots y mundos abiertos. Monolith Soft —mi estudio favorito de los últimos 15 años— nos entregó Xenoblade Cross (conocido en el resto del mundo como Xenoblade Chronicles X), un juego de mundo abierto donde la gran atracción eran mechas funcionales que permitían surcar cielos y mares, batallar con bestias gigantes y dar ese toque épico que sólo los robots gigantes japoneses nos pueden brindar.
Si bien Horizon no nos permite pilotar un gigante de metal, sí nos permite batallar y convivir con estas criaturas (no todos los robots asemejan dinosaurios). El transitar por bosques o edificios abandonados, olvidados en el tiempo, donde cangrejos robots patrullan junto a raptores cuya cabeza es una gran cámara de vigilancia… La atracción fue inmediata.
Esperando tener los recursos para poder adquirir una PS4 (para ser más exactos, aquél bundle que incluye tres juegos siendo HZD uno de ellos), el tiempo y diversas situaciones me retardaron más de lo previsto, y sólo me alimentaba de noticias o reviews del juego, comentarios esporádicos en Twitter y uno que otro video sobre las comparativas entre este y Zelda BOTW.
Eso, hasta que, en julio del 2020, Sony anunció que HZD desplegaba sus velas para arribar a ordenadores en agosto del mismo año. Y en edición completa, DLC incluido.
Un par de años y una actualización que arregló la poco optimizada versión inicial, pude instalar el mundo post apocalíptico de Aloy y su tribu, y disfrutar de uno de los juegos más mágicos que ha salido en los últimos años.
Quisiera decir que el juego fue tan perfecto como lo imaginé, y que realmente se convirtió en mi juego favorito, pero no fue así. Algo le faltó.
No quiero que se malentienda. HZD es un juegazo, digno de los premios que recibió. La historia de cómo el mundo llegó al estado en que está, los gráficos (aumentados en PC) y la banda sonora, todo está en el tope de lo que se puede ofrecer en la industria. Para ser su primer trabajo de mundo abierto, Guerrilla Games debutó con un golazo de media cancha.
Pero me faltaba algo.
Existe un clip muy famoso del programa Top Gear de la BBC. En él, Jeremy Clarkson presenta las evaluaciones entre un Subaru Impreza y un Mitsubishi Evo, y evalúa al segundo sedán mucho mejor que al scooby aunque, sin embargo, termina recomendando al Impreza. Es una sensación, un algo.
Horizon Zero Dawn es un juego muy perfecto, que busca hacer muchas cosas y muy bien. Lamentablemente, dentro de esa perfección, se vuelve predecible. Poco profundo. Un océano para poder ver, pero de apenas unos metros de profundidad.
Los diálogos dentro del juego dan la libertad de hacer algunas elecciones, con conversaciones muy bien pensadas, pero que no satisfacen ese bichito que nos deja Mass Effect o Dragon Age.
Los gráficos son mejores que todo lo que ha puesto Ubisoft sobre la mesa, pero terminan sintiéndose redundantes, plásticos, sin capacidad de afectar tu entorno como ya me acostumbró Zelda BOTW o incluso Minecraft.
El árbol de habilidad es más bien innecesario. Fuera de un par de habilidades que encontré divertidas de ejecutar más de una vez, pocas cosas de ahí se sienten como una recompensa al esfuerzo. Las batallas y armamento rápidamente pierden el efecto de novedad, y terminas colocando trampas explosivas antes de cada batalla, ignorando la resortera por completo.
Pero estas cosas las hace bien. Si estás acostumbrado a los mundos abiertos de Ubisoft, Horizon Zero Dawn es el pináculo de este estilo, es la vara con la cual medir futuras entregas del género. No viene a revolucionar, viene a ponerse en el trono.
Aunque estas fallas pueden ser menores en las primeras horas del juego, las cuales son fantásticas a mi parecer, comienzan a acumularse y dar problemas en la parte final. El tercer acto es abrupto, frustrante y alejado de lo que se nos presentaba al principio del juego. Mientras me acercaba al final, los enemigos se convertían en bolsas de boxeo cuya única diferencia con otros era la cantidad de daño que absorbían. Los osos robot del DLC son el peor ofensor en este aspecto.
Cerca del final, el combate se siente automatizado: Pasamos de acechar con cuidado y escogiendo el momento adecuado, a enfrentar cada combate igual sin importar qué bestia o batallón esté al frente, y donde los ambientes, antes cautivadores, pierden su magia al estar inundados de NPCs blandos e inversamente proporcionales en carisma a la cantidad de detalles visuales que poseen. Puedo decir que el DLC, con todas sus fallas, tiene un mejor desenlace que el juego base, donde no existe ese sentimiento de batalla épica ni conexión con aquellos que quieres defender. Frozen Wilds tiene un menor alcance, pero con una historia focalizada y sin los problemas de ritmo que la versión vanilla muestra en su último tercio.
Se siente como probar un platillo gourmet, donde de un bocado te acabas la preparación. Los sabores son excitantes, indescriptibles, y cuando te das cuenta, ya no hay más. Eso era todo. No existe una gran cena de diálogos y decisiones como en Skyrim, ni infinitas combinaciones de ingredientes y físicas como en BOTW. Sólo hay sabor y sensación, perfectas pero efímeras.
Horizon Zero Dawn es un juego hermoso, maravilloso. Me hace esperar su secuela con muchas ansias, pero también con mesura en expectativas. Espero, sinceramente, que Guerrilla Games salga pronto del estigma de crear hermosos juegos con poca sustancia, donde antes Killzone no pudo destacar frente a Call of Duty o Halo, a pesar de tener gráficos más realistas y preciosos.
Es el mejor juego de mundo abierto, si antes no probaste a la competencia. Esperemos que Forbidden West sea una evolución y no sólo una secuela.