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Nombre: Ys IX: Monstrum Nox

Desarrollador: Nihon Falcom

Publicador: NIS America

Fecha de Salida: 2 de febrero de 2021 (4 de septiembre de 2019 en Japón)

Plataformas: PC, PlayStation 4, Nintendo Switch, Stadia

Primero que todo, debo sincerar que no soy el jugador de Ys más asiduo del mundo. Sólo he jugado los tres últimos, por lo que las posibilidades que tengo para comparar este juego con entregas más antiguas de la saga son limitadas. Dicho esto, igual haré hartas comparaciones con su predecesor, Ys VIII: Lacrimosa of Dana, por tratarse del juego que sentó las bases para las aspiraciones de Ys IX (que a veces se cumplen y a veces no). Así que espere harta comparación.

Había una vez en un país que absolutamente no es Francia

A diferencia de muchas de las entregas de la saga, en Ys IX: Monstrum Nox la cosa no parte con el clásico naufragio del yeta de Adol Christi. Acá simplemente se lo llevan en cana cuando intenta entrar a la ciudad de Balduq, ubicada en Gllia, que fue anexada hace ocho años al Imperio Romun. Adol es considerado un peligro por el imperio, así que lo meten a la legendaria cárcel que corona la ciudad.

En un giro de eventos medio raro, le meten un balazo a este cabro. Esto no lo mata, sino que lo transforma en un “monstrum”, que no es más que una persona que está obligada a pelear con unos bichos llamados “lemures” cada vez que un evento llamado Grimwald Nox ocurre. Muy anime toda la cosa.

Desde este punto en adelante, habrá intentos de escape de la cárcel, un interrogatorio en donde le preguntan por qué naufraga tanto, misterios misteriosos, confusión, ropa edgy y aún más misterios y escapes. Y entremedio exploraremos la ciudad de Balduq y la súper cárcel.

Tenía un pantallazo de la parte en que le preguntan por los naufragios, pero se me perdió, así que van a tener que contentarse con la ropa edgy.

Déjenme jugar en paz

El gameplay del juego es más o menos el mismo de Lacrimosa of Dana: un RPG de acción en tiempo real, donde peleamos muy rápido y, cuando esquivamos con buen timing el juego nos recompensa con un par de segundo en cámara lenta, donde podemos hacer un poco más de daño sin que nos pase nada malo. Tenemos habilidades chori y cositas para equiparnos. Lo típico de este tipo de juegos.

Hasta ahí, todo bien. Mal que mal, es ese gameplay lo que más me gusta de Ys. Sin embargo, Ys IX, al intentar ir más allá de esto, la caga un poco. Verán, personitas que leen, no fui totalmente honesto en el primer párrafo de esta reseña. Si bien, Ys VIII es una influencia evidente (y obvia) para este título, hay otra muy potente también: la saga Trails (que es la otra saga estrella del desarrollador Nihon Falcom).

El problema es que los Trails no son como los Ys. Los Trails son necesaria e intencionalmente lentos, pues uno de sus mayores atractivos es el worldbuilding que proponen (como ejemplo, pueden leer la página de la wiki de un evento en particular del juego, donde están hasta con fecha los acontecimientos). Los Ys tienden a dejar el worldbuilding más en el fondo, en formato de lore, permitiendo que el juego vaya más rápido y al choque. Lamentablemente, Ys IX, quizás por el éxito más o menos reciente de la saga Trails, intenta ser mucho más expositivo y detallado en su narrativa, dando como resultado un inicio de juego muy lento, donde hay más texto y diálogo que peleas con bichos chori. Uno quiere ir a pelear con cosas y lo interrumpen a cada rato. Por lo mismo, la historia del juego se vuelve un cacho al principio, porque interrumpe y no se enlaza de forma orgánica con el gameplay.

No ayuda tampoco que, en los primeros capítulos, no tenemos acceso a zonas grandes con enemigos que anden dando vueltas con libertad. Tenemos algunos mini dungeons (que son muy bien recibidos), pero en la ciudad de Balduq sólo podemos pelear si tocamos unas cuestiones verdes que aparecen en distintos puntos. Son como encuentros aleatorios a la inversa. Además, los distintos sectores de la ciudad se irán desbloqueando lentamente, en la medida en que avanzamos en la trama. Hay mucho de “ver, pero no tocar” en la primera mitad del juego. Y esto perjudica nuestra primera impresión, creo yo.

Esta es una de las primeras cosas que veremos cuando por fin nos dejen recorrer Balduq con “libertad”.

Cosas que sí me gustan

En la medida en que soportamos el tedio del principio del juego, vamos a ir teniendo más cosas entretenidas que hacer. Tendremos sidequests y peleas con lemures (y otros monstruos). La gracia es que hacer estas quests y matar lemures nos da puntitos de Nox, y cuando juntamos 100, podemos hacer una Grimwald Nox. Éstas son un evento en que hay que pelear con hartos lemures en distintas olas. Son iguales a cuando teníamos que proteger el asentamiento en Ys VIII, pero acá hay que proteger un cristal raro (pero no sé por qué, pues cuando me lo explicaron ya estaba chato de que no me dejaran jugar). Si ganamos, podremos desbloquear una nueva zona para explorar. Algunas Grimwald Nox son obligatorias para avanzar en la historia, y otras son opcionales.

Dependiendo de qué tan bien nos pasemos una Grimwald Nox, nos darán distintos premios. (Y, comentario al margen, creo que la “S” es la misma de Shrek).

En lo que refiere a sidequests, hay un poco de todo. Tenemos de las típicas “anda a comprar ingredientes para hacer naranjas confitadas” hasta otras de tipo “anda a rescatar a unos locos y descubre una zona nueva llena de monstruos, tesoros y diversión”. Afortunadamente, todas ayudan a hacer que el mundo del juego se sienta más vivo, independiente de que tan fomes o divertidas sean. Pero ir al supermercado es una mala idea para quest.

Otro tipo de quest se dilata a lo largo del juego, y tiene que ver con algo que es ya un clásico en los juegos de Falcom, a saber, los coleccionables. Cómo si de Donkey Kong 64 se tratara, tendremos un montón de cosas para coleccionar (que van desde ítems hasta porcentajes de mapa explorado), y un montón de NPCs que llevan registro de nuestro síndrome de Diógenes y que nos darán recompensas cada vez que completemos una cuota predeterminada. Incluso, algunos NPCs que podemos hacer que se unan a nuestra causa para ayudarnos son una especie de coleccionable. En general, es bastante entretenido juntar estas cosas, y las recompensas —sobre todo las finales— usualmente valen la pena.

Sí.

Somos libres, pero en verdad no

Todos los elementos que mencioné están ya presentes en Ys VIII (y en otros títulos de Falcom), y no son exactamente una novedad. Lo que sí es novedad es la forma en que exploramos en Ys IX.

Cada monstrum tiene un “gift” único que, en términos de gameplay, se traduce en una forma nueva de explorar o enfrentarse al mundo. Por ejemplo, uno de estos gifts nos permite trepar corriendo por cualquier pared. Otro nos permite planear como Buzz Lightyear. Y así. La gracia es que esto hace la exploración mucho más entretenida y fluida. No es necesario rodear una casa para ver qué hay al otro lado, simplemente podemos pasar por encima. Y si hay un río al otro lado, nos podemos tirar del techo y volar hasta la otra orilla. Así entonces, cada vez que se nos une un monstrum al equipo, tendremos un poder nuevo para explorar nuevas cosas en el mundo.

Nos podemos subir a casi cualquier lugar.

Todo esto se conjuga en un sistema en que exploramos, peleamos y vamos obteniendo pequeñas recompensas con cada cosa que hagamos. El único punto débil es que el juego se demora mucho en agarrar vuelo.

Perdón, uno de los puntos débiles. El otro es la exploración de la cárcel. No entraré en los motivos, porque son spoilers, pero quédese con que existe un muy buen motivo desde la historia para tener que explorar la cárcel.

Dicho esto, explorar la cárcel vale irremediable mierda. Simplemente, no deberían estar en el juego. En Ys VIII, los segmentos que podríamos considerar homólogos a la cárcel (los que tenían que ver con Dana) eran muy entretenidos, porque había progresión tanto de historia como de gameplay, todo unido en paquete elegante y bacán. En Ys IX, hay algo de progresión de historia en estos segmentos (pero que no se entiende hasta bien avanzado el juego), pero nada interesante a nivel de gameplay. No podemos subir de nivel, usamos la espada más cuma del mundo y nada más, no podemos usar habilidades, y sólo peleamos con guarenes y basura similar. No hay NADA que sostenga el gameplay en la famosa cárcel. Es un desperdicio que cae en la categoría de cosas que nadie testeó. Tanto así, que, si te matan en una de estas partes, el juego TE DA LA OPCIÓN DE SALTARTE LA WEÁ COMO SI LA HUBIERAS PASADO. Tanto pico vale que los desarrolladores decidieron que lo mejor era no obligar a nadie a pasar por esta basura. Quizás lo mejor era rediseñarlo, o dejarlo como una cutscene, o cualquier cosa menos lo que quedó en la versión final del juego.

Yo, cada vez que tengo que poner un pie en la cárcel.

Un juego de altos y bajos

Si somos pacientes, Ys IX: Monstrum Nox es, potencialmente, un muy buen juego. Pero si no lo somos, mejor seguir de largo, o comprar el Y VIII: Lacrimosa of Dana (que, para todos los efectos prácticos, es superior en casi todo). Ys IX tiene problemas importantes respecto a cómo está diseñado el ritmo del juego, además de la cárcel que vale tula. Sin embargo, si soportamos esto y seguimos jugando, el juego comenzará a agarrar cada vez más vuelo, terminando en un punto bastante alto. O, dicho de otro modo, el juego parte mal, pero sólo mejora en la medida en que jugamos (a menos que nos toque ir a la cárcel).

Quizás agarró demasiado vuelo.

Recomendado para:

  • Gente con paciencia. La va a necesitar al principio.
  • Personitas con poco tiempo. Es una experiencia condensada, sobre todo al compararla con Ys VIII. Yo le saqué el 100% en menos de 50 horas. Asumo que se puede hacer en 20 o menos si no nos interesa sacarle todo.

No recomendado para:

  • Gente corta de plata. Si tiene poca plata, y quiere jugar un Ys, compre el VIII. Es mejor y más largo.
  • Quienes no disfruten de narrativas lentas. Si bien, agarra vuelo al final, al principio es una paja.
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