La forma en la que se relacionan mi viejo y mi nieto (o sea, su bisnieto) me ha sorprendido gratamente. Ellos, separados por sesenta y cinco años, lograron encontrar un lenguaje en común que les permite comunicarse.
Minecraft logró lo que no hizo la cotidianeidad. Puso a un niño con cero XP a hablar de materiales y construcciones con un mueblista/maestro, formado a la antigua.
De alguna forma, ese símil entre craftear y efectivamente fabricar una silla o una casa los llevó a generar un vínculo familiar muy bello, lleno de nuevos aprendizajes.
Cuando le habla de nederita lo caga, eso sí.