Los días 2 y 3 de marzo del presente año se desarrolló el Festival Lunaris en el Centro Cultural estación Mapocho, inmueble ubicado en la comuna de Santiago. Nuestro nuevo y flamante equipo de prensa decidió asistir sólo el primer día del evento, porque somos pobres y tenés una monedita pa la birra loco somos hijos de ocho padres diferentes loco, de chicos éramos tan pobres que no tomábamos ni el tiempo loco (Alejo y Valentina, El bar de Gregory, 2005). Este evento es el primero de muchos que como equipo de Multiplayer esperamos cubrir a futuro, en un afán de difundir actividades ñoñas que se realizan en la capital del país que alguna vez casi considera rescatar y traer a Napoleón Bonaparte por petición de Lord Cochrane. No vivimos en esa línea de tiempo, pero al menos tenemos ferias ñoñas en donde se comparte, intercambia y vende parafernalia de videojuegos, anime o manga que nos acompañaron durante nuestra evolución de mocosos energéticos a adultos dependientes de sustancias que nos entregan energía para funcionar.
Si bien quienes tenemos entre treinta y cuarenta años encajamos como público objetivo, el interés de las nuevas generaciones por instancias como Festival Lunaris es igual o mayor al nuestro. Y si se suman los adultos que ven estas ferias como un panorama familiar para compartir con sus hijos, se obtiene como resultado un evento para todo público, libre de alcohol, drogas y con seguridad bien preparada.
¿Qué es el Festival Lunaris? Podría ser el Pokémon Day, extinto evento en donde se disputaba el campeonato nacional de batallas de Pokémon, o una competencia de videojuegos de la empresa Riot Games como nice rootkit you got there Valorant o League of Legends. La verdad es lo descrito y mucho más: torneos de cartas como Pokémon o Mitos y Leyendas, batallas de Pokémon GO, y cosplay. Un sinfín de puestos de mercancía acompañaron el desarrollo de las competiciones descritas durante dos días. Básicamente, Lunaris es la fusión entre la extinta feria friki y los eventos otaku de principios de siglo, cualidad que no creo sea negativa. Es más, considero que es la evolución de eventos que no podían sostenerse en el tiempo por malas gestiones y drama que no me interesa citar. Contar con una productora y un espacio cerrado añaden la cuota de formalidad necesaria para asegurar el éxito del suceso, y no terminar linchado virtualmente por una masa enardecida de cuentas de Twitter que quiere el dinero de sus entradas de vuelta.
Welcome back to the stage of history
Una plataforma equipada con complejos sistemas de audio y una enorme cortina proyectando la acción de los diferentes torneos era, a simple vista, la sección más grande y llamativa de Lunaris, ubicada en la primera mitad del Centro Cultural Estación Mapocho. Además de los típicos set-ups de computadores para torneos con sillas cómodas y teclados RGB, este lugar ofrecía competencias casuales de Mario Kart 8 y Super Smash Bros Ultimate totalmente gratis. Dos animadores se encargaron durante todo el día sábado de mantener a los asistentes ocupados a través de competencias de baile y sorteos que parecían promocionar indirectamente alguna de las infinitas marcas de productos gamer fabricados en China, muy vistosos, mas, carentes de componentes de calidad. Todo bien en este aspecto, personalmente no regalaría audífonos de setenta lucas porque no saldría a cuenta. El problema estaba en el audio generado por la constante animación o la música envasada: si bien el nivel de ganancia era adecuado, la organización tuvo la brillante idea de designarle el espacio aledaño al torneo de Mitos y Leyendas, competencia que se desarrolló con normalidad e incluso tuvo tiempo para organizar un torneo relámpago post entrega de premios. Pero los jugadores estaban molestos por tener que alzar sus voces más de lo normal para comunicarse durante duelos, y tenían toda la razón, porque además de ser incómodo y distractor, la posibilidad de daño auditivo o vocal existe.
El torneo de Mitos estuvo buenísimo y nos enteramos de muchos sucesos interesantes que rodean este juego de cartas intercambiables. Además de que SALO no ha vuelto a quebrar, el juego goza de una comunidad de jugadores extensa, distribuida entre las diferentes eras y bloques disponibles. Tomando el ejemplo de otros juegos de cartas como Pokémon, Magic o Digimon, la empresa desarrolladora decidió imprimir y vender ediciones antiguas a través de los típicos sobres y packs con cartas por edición. SALO incluso fue un paso más allá y se encuentra creando nuevas cartas que dan soporte a ediciones clásicas, además de establecer reglas de baneo y restricciones para cartas específicas. Estas decisiones son bien recibidas por la comunidad, quienes manifiestan que es una muestra importante de que, a diferencia de instancias pasadas, la empresa está demostrando interés y soporte en el aspecto competitivo de Mitos y Leyendas. El único problema que notamos es que la disponibilidad de demasiados formatos dispersa la comunidad a la hora de jugar, aunque esto no afecta las relaciones entre personas en absoluto. Los jugadores más veteranos prefieren primera era; las ediciones más antiguas de Mitos lanzadas previo al año 2003, otros consideran que la separación de eras iniciada en Espada Sagrada es más divertida, y finalmente se encuentran quienes construyen sus mazos acorde a las ediciones totalmente nuevas que SALO estrena periódicamente, equivalente al formato Standard en Magic o Pokémon.
Independiente del formato, los fans de Mitos que no participaron llegaron con sus carpetas a cambiar, comprar y vender cartones impresos, oportunidad única para recordar cartas olvidadas y apreciar el componente social de estas actividades en las que muchas personas (me incluyo) participamos para romper nuestra rutina y establecer contacto verbal con otros seres humanos.
Got a selection of good things on sale, stranger!
La segunda mitad del espacio correspondía a diversos puestos de venta de mercancía, ropa y accesorios relacionados con lo que los medios clasifican como cultura geek. Difiero de la descripción tradicional, porque en Chile somos derechamente otaku. Prueba de esto es el alza y declive de gustos dictados por el mercado internacional como las adaptaciones cinematográficas de superhéroes o la colección de figuras cabezonas con promesas de inversión a largo plazo que finalmente, por problemas de sobreproducción, terminaron en un relleno sanitario en Nuevo México al más puro estilo de E.T. para Atari 2600. Ambos intereses contrastan con la expansión del manga en territorio nacional durante este mismo periodo, llegando incluso a ser parte de los catálogos de diferentes bibliotecas estatales. ¡Ahora venden manga pirata en la feria loco! Al lado del paño que ofrece DVDs con joyas como GTA Santiago o Kudai: Live in Yugoslavia.
Dejando de lado la hipérbole, la ciencia ficción, animación y comic occidental siempre han estado presentes en Chile, aunque en menor medida si es comparada con sus contrapartes japonesas. Star Wars es probablemente la franquicia con mayor aceptación intergeneracional, seguido de superhéroes como Spider-Man, Batman o los X-Men, altamente conocidos en territorio nacional por su inclusión en la saga de videojuegos Versus desarrollada por Capcom. Esta proporción balanceada hacia lo nipón compone la estética de los variados pasillos de los puestos que ofrecen tanto trabajos manuales como productos importados. Bordados, estampados y grabados en buen material que retratan las aventuras de personajes como Goku, Jotaro, Mikasa, Nesuko o Los Vengadores acompañan nuestro andar entre el público que se detiene, observa y en muchas ocasiones compra algo de su interés, ofrecido por vendedores que no dudan en regalar tarjetas de presentación como medio de promoción de sus tiendas en espacios virtuales.
Una tienda en particular llamó nuestra atención. Se trata de sehizo_fab, un proyecto individual de un sujeto muy agradable, dedicado a la fabricación de dioramas inspirados en videojuegos populares como The Legend of Zelda e impresiones en madera. Su trabajo resaltaba entre puestos de merchandising, y como equipo de prensa nos pareció una propuesta interesante al punto en que uno de nuestros miembros adquirió una de las piezas en venta. Si bien la ejecución del diorama es sencilla, los materiales para su producción como acrílico o papel se adquieren en cualquier comercio presencial u online, son los valores creativos y artísticos presentes, es decir, la selección de escena, atención al detalle y la combinación entre tiempo y paciencia las características que dotan de valor a la pieza creada. Las franquicias seleccionadas por el autor son también reflejo de nuestra tendencia hacia el media japonés y los juegos populares de los noventa. Gran porcentaje de los trabajos tienen como tema a Digimon, Pokémon o Nintendo, con una cuota de Donkey Kong Country y el infaltable DOOM, dos videojuegos que quienes crecimos en los ‘90 recordamos con nostalgia.
Falapletos, arcades gratis y mucho, mucho cosplay
Cerca del escenario y bajo infames toldos azules se encontraban instaladas cuatro máquinas arcade. No entendimos si estaban en venta o si era una especie de publicidad de una pequeña empresa que las ensambla y programa, porque no existía información ni alguien a cargo, pero se podía jugar gratis una selección de videojuegos clasificada según el sistema. No sólo era posible disfrutar de títulos arcade como Street Fighter III: Third Strike o Windjammers, estas máquinas contaban también con ISOs y ROMs de PlayStation 1, Nintendo 64, Super Nintendo y Sega Genesis. Los botones y palancas no eran de buena calidad y el sistema de emulación que se encuentra dentro del gabinete es conocido por la poca precisión de la emulación, que sumado a un monitor LCD terminan añadiendo una cantidad considerable de input lag a los controles… aunque por otra parte es gracioso y hasta pintoresco ver Super Mario 64 correr en un arcade.
Esto no fue impedimento para divertirnos y conversar con otras personas, que en mi experiencia, terminó en unos duelos amistosos de Third Strike contra un muchacho bastante entendido en el meta-juego de los fighting games. Perdí la serie, pero lo impresioné con un parry seguido de un agarre con Ryu que finalizó un match a mi favor, mientras que él me recordó la importancia del juego neutral y adaptación tras vencerme 3 a 2.
A eso de las cuatro de la tarde la sensación de fatiga nos llevó hacia carros de comida (o food trucks, como les dicen actualmente) ubicados en el patio del recinto. Con una selección variada y alternativas vegetarianas, la gente esperaba en fila para degustar un corn dog coreano, smoothies, wafles salados o jugos naturales a precios justos, considerando el lugar. Nuestro gran equipo de prensa consta de dos vegetarianos, por lo que nuestra selección fue un glorioso falapleto: un completo tomate palta mayo con falafel en reemplazo de la salchicha de Viena típica de éste. No existe soporte que pueda expresar lo magnífico de este manjar, digno del Olimpo, que supera con creces a otras variantes vegetarianas gestadas en Valparaíso, como los papapletos popularizados por el local Aquí está la papa o los champipletos que vende una pequeña sanguchería de Subida Cumming.
Con la energía repuesta regresamos al evento para aprovechar de cubrir un poco más y nos topamos con un sorpresivo cambio en el ambiente. Los cosplayers.
Me sincero al expresar que desconozco a muchos de los personajes interpretados en Lunaris, mas admiro la dedicación, compromiso y atención al detalle vertida en la elaboración de los trajes e interpretación. Aunque la competencia de cosplay era el día siguiente, esto no impidió que estuvieran presentes el sábado recorriendo los distintos puntos de Festival Lunaris seguidos de asistentes que querían una fotografía. El siempre presente Stormtrooper, Zelda y Link de Breath of the Wild, waifus de Genshin Impact e incluso furries luciendo vistosos atuendos acaparaban las miradas de cientos de personas, incluido nuestro querido notero, quien decidió ponerse la camiseta de la empresa y posar junto a estos exponentes para entregarles a ustedes, queridos lectores, un registro visual de lo que hoy se considera un arte escénico (performance).
En resumen
Festival Lunaris fue una agradable sorpresa, no sólo por las actividades que se llevaron a cabo el día sábado. El Centro Cultural Estación Mapocho es un inmueble adecuado para este tipo de eventos debido a su gran espacio y ventilación natural, característica que permite el libre tránsito entre secciones sin sentirte agobiado por la temperatura o calidad del aire.
Este tipo de instancias son saludables física y mentalmente para quienes no encontramos espacios comunes que alberguen las actividades descritas en este texto. Es una forma de salir de la rutina y pasar una buena tarde en compañía, admirando expresiones artísticas, lúdicas y comerciales que no encontramos en nuestro diario vivir.
Podría argumentar que Lunaris fue una feria glorificada de microempresarios ñoños. ¿Y que tendría de malo pensar aquello? Desde una perspectiva de gestión, agrupar diferentes eventos en vivo y complementarlos con comercio es más factible económicamente que apostar a una situación particular. Al final del día, las productoras viven de los servicios que ofrecen, situación que se replica a nivel individual, pues los humanos necesitan dinero para vivir y festivales como Lunaris son un espacio en donde complementan sus ingresos vendiendo mercancía. La interdependencia entre participantes, vendedores, exponentes y producción me recuerda al concepto biológico de simbiosis; nos beneficiamos mutuamente en el desarrollo vital de un organismo más grande. En multiplayer.cl queremos ser parte de estos cambios culturales visibilizando más eventos de este tipo y esperamos que esta primera entrega sea un aporte en la evolución de los encuentros otaku.