Mi relación con la franquicia de Pokémon no es realmente la séptima maravilla del mundo. Perdí el interés en los juegos después de jugar las tres primeras generaciones, aunque siendo justos, fue más porque no tenía una consola portátil para interactuar con otros, intercambiar, pelear, ir a eventos para descargar un Pokémon en algún lado, etc. Tampoco ayudó que la serie de TV tuviera una fórmula tan cerrada, que me hizo perder interés en verla después de las Islas Naranjas.
Aún con todo esto, mi interés en Pokémon se dirigió a otras cosas que no eran los juegos, como TCG, peluches, e incluso Creepypastas. Hasta el día de hoy me gustaría tener un llavero de Azumarill. Quizás es por esto que me fue increíblemente fácil gravitar hacia el concepto que tiene Pokémon Concierge.
A veces necesitamos una mala semana para comenzar a cambiar
Haru es una mujer ya crecida que, después de tener la peor semana de su vida (en donde la patearon amorosamente, pisó chicle, le fue mal en el trabajo, pisó chicle de nuevo, le salió mal la comida, arruinó sus cejas, pisó chicle otra vez, y un largo etc.), llega a una isla paradisíaca en donde trabajará como Concierge de los Pokémon.
Inmediatamente se siente la incompatibilidad de su personalidad con lo que se necesita para el cargo. No porque se requiera conocimientos especiales o un trato particular con los Pokémon, sino porque Haru es tan trabajólica que es incapaz de entender las necesidades de los Pokémon que están en la isla. Ahora, siendo justos, la trama irá por un lado predecible en cómo se desarrollará, sobre todo porque es Pokémon y porque está dirigido a todas las edades. Pero siento que, aun cuando es predecible donde va la micro, Pokémon Concierge tiene un enfoque en la vida que es algo que no se ve regularmente en Pokémon, ya sea en los juegos o en las series.
En Concierge no existen peleas como regularmente es pintado Pokémon. Mágicamente los problemas no se solucionan agarrándose a combos como siempre nos han enseñado, sino que hay un enfoque en donde Haru tiene que detenerse en el tan apresurado estilo de vida que tiene y mirar hacia su lado, respirar profundo y calmarse. La serie invita constantemente a ello. Los conflictos no se resuelven en el mismo capítulo, sino que son problemas constantes que requieren que Haru aprenda sobre ellos y desaprenda costumbres que la vida en la ciudad le dejó implantadas. Es cuando suelta esas costumbres que Haru comienza a cuidar de los Pokémon que tiene a su cargo, descubriendo en cada ocasión algo nuevo de ellos, y ellos de ella.
Por supuesto este tipo de desarrollo puede criticarse, puede que no sea del gusto de todos, o incluso podemos decir que es la misma cosa formulaica de las series de TV. Pero si hay algo que hace bien Concierge es el cómo presenta estas historias de forma tan refrescante en el mundo de Pokémon.
Pokémon está hecho de estambre… como Kirby
Concierge está hecho en Stop Motion a cargo de Dwarf Studios. No solo el estilo artístico es sublime y colorido, sino que es majestuoso en el movimiento, en cómo los personajes se expresan o interactúan con el ambiente. Y no solo es majestuoso en un nivel que es lindo de ver, sino que es la evidencia de que el Stop Motion le cae perfecto a Pokémon.
Cuando esta franquicia estuvo pegada con el género Shonen, había poco espacio para crear un worldbuilding a través de lo cotidiano y lo ordinario. Las localidades y los espacios eran construidos para la conveniencia de los personajes, para moverse y pelear. Pero con Stop Motion no hay imágenes de stock para usar o caminos fáciles. Todo tiene que construirse desde cero. El medio demanda un nivel de pensamiento íntimo en la construcción del mundo que el anime no se puede dar el lujo de tener. En Stop Motion, todo importa y no hay atajos.
En Concierge, los personajes son creados para habitar en el mundo. En los animes de Pokémon, el mundo es construido para las necesidades de los personajes. Y la enorme diferencia entre los dos es que en la serie de Netflix la meta no es pelear, ganar, salvar el mundo o ser el mejor de los mejores. La meta es vivir. Y para vivir, tienes que amar el mundo en donde vives.
Obviamente, hay mucha gente talentosa en los otros medios de Pokémon y no es mi intención desmerecerlos. Pero siento que el Stop Motion explora lo que veo como una oportunidad que Pokémon había perdido desde hace mucho en explorar: la “tacticidad”, y lo físico en el mundo y su worldbuilding. La luz se siente real porque es luz real. Alguien construyó una banca como si fuera acorde al mundo de la franquicia. Los Pikachu se sienten felpuditos porque hubo personas que los hicieron con amor y cariño. Todo se siente real.
Como dije al principio, sentí que mi interés en Pokémon había menguado porque, con el tiempo, se me hacía más difícil que me importaran los entrenadores y sus Pokémon (siempre a través de batallas, lo que también me aburrió). Concierge es quizás el primer pedazo de media de Pokémon que muestra cómo son afectados sus habitantes. Y esto lo consigue lentamente a través de lo mundano, de objetos reales construidos a mano, olvidando eso de ser siempre el mejor, y diciendo que te lo tomes con tranquilidad.
Haru literalmente tiene que aprender que no necesita ser la mejor en todo o en algo en específico, simplemente necesita divertirse y vivir su vida, y la gente la apreciará por quién es. No se trata de cambiar el mundo, sino de cómo el mundo nos cambia. A través de este mensaje, Concierge se presenta como “anti-productivo”: tu valor como persona no está atado a la efectividad de como trabajas, sino la forma en que interactúas con el mundo y su gente, en esa habilidad de inhalar y exhalar cambios positivos. Esto no ocurre porque eres un buen trabajador, sino por ser innatamente una buena persona.
Pokémon siempre sabe venderse
El que Pokémon se pueda reinventar y seguir vendiendo, aun para un público que no está interesado en videojuegos o RPGs, es una fortaleza única. Fácilmente esta serie podría no existir o incluso tener nuevamente a Pikachu como protagonista principal (porque es la mascota principal), pero el hecho de que otros Pokémon tengan oportunidad de brillar es siempre maravilloso, porque se nota que saben que conectan mucho más fuerte con la gente. Psyduck la lleva, y me encantó que fuera el centro de la serie, siendo un deleite cada momento en que está en pantalla.
Como dije antes, Pokémon sabe venderse y no quedar irrelevante. Y espero que siga así, porque no quiero vivir en un mundo en donde Pokémon solo tenga relevancia en el mundo de los videojuegos, y que no estén interesados en otros tipos de media que puedan contar otras historias que no necesariamente sean parte del marketing anual para navidad (o sea, Concierge definitivamente va a vender más de un peluche hecho de fieltro, pero ese no es el punto).